Auroras boreales en Laponia

El paisaje boreal.

Empecemos esta entrada del blog al revés de lo usual: por los agradecimientos. Fue mi estimada amiga (y gran viajera) Mila la que me metió el gusanillo de ir a ver las auroras. Difícil olvidar su emoción al explicarme cómo las había vivido. ¿Quién no querría sentir eso al menos una vez en la vida? Sin embargo, se puede intuir, por los destinos que solemos elegir, que esta pareja es más de lo cálido. Por lo que, por una vez, y sin que sirva de precedente, solo Isa de Isa y Fe se embarcó en esta aventura. Acompañada de otra gran viajera como es María (aka mferdeviaje).

Viaje organizado por X-Plore del 2 al 9 de marzo de 2025, recorriendo el norte de Noruega y la Laponia sueca en plena temporada de auroras boreales. Acompañados por Roberto C. López, Sele (El rincón de Sele) y David (Pas Ferm)

Día 1: Madrid – Tromsø

Llegada a Tromsø y primer contacto con el frío. Me lo esperaba peor, creo que eso de que “no existe el frío solo gente mal abrigada” es una frase bastante acertada. Organicé mi maleta como mandan los cánones: calidad mejor que cantidad, tres capas y aprovechar las rebajas.

Tromsø y la Catedral Ártica al fondo.

Tromsø, la “Capital del Ártico”, es una ciudad cosmopolita al norte de Noruega, por encima del Círculo Polar Ártico. Rodeada de fiordos y montañas, es famosa por ser lugar privilegiado para la observación de auroras boreales. Su centro urbano destaca por la Catedral Ártica, la animada calle Storgata y un puerto pintoresco. Esta ciudad fue nuestro punto de partida para explorar el Ártico.

Tras la cena en uno de los restaurantes del puerto, salimos hacia nuestro primer intento de observación de auroras. Aunque no hubo éxito, tuvimos nuestra primera clase práctica sobre las diferentes aplicaciones necesarias para “cazar” las luces del norte. Lo ideal, nos explicaron, es combinar las que reporten previsión de actividad solar, condiciones meteorológicas, alertas en tiempo real de la actividad geomagnética y el famoso índice Kp. Recomendable también, conocer el terreno para poder alejarse de la contaminación lumínica. En ese aspecto, nuestros guías jugaron un papel fundamental.

Día 2 – Tromsø Isla de Senja

María, con la modesta catedral muy al norte.

Paseo matutino por la ciudad, visitando la biblioteca pública (es la que está más al norte del mundo), la Iglesia de Nuestra Señora de Tromsø (catedral católica y no católica más al norte del mundo) y los alrededores del Museo Polar (el que está más al… bueno, no lo sé, pero podría ser), al que no pudimos entrar por falta de tiempo pero que parecía muy interesante.

Partimos con nuestra furgoneta acondicionada para conducción sobre hielo (llevan clavos en las ruedas) y nuestros experimentados conductores en dirección a Finnsnes, donde nos alojaríamos dos noches. Recorrimos una carretera paisajística deteniéndonos en Sommarøy para disfrutar de la playa y disfrutamos de un agradable paseo en ferry de Brensholmen a la Isla de Senja.

Día de playa.

Esa noche una gran nevada nos impidió salir a ver auroras, pero lo compensamos con una estupenda cena en un restaurante local. Salmón, lenguas de bacalao o el típico boknafisk (pescado deshidratado) acompañados de una buena cerveza, que resultó casi tan cara como el plato de comida.

Día 3 – Isla de Senja

Continuamos nuestra ruta por la Senja y, entre fiordos y montañas imponentes, alcanzamos Husøy, una pequeña isla ocupada en su totalidad por un pintoresco pueblo pesquero enclavado en un paisaje realmente espectacular.

La bien aprovechada Isla de Husøy.

Tras la visita improvisada a un secadero de bacalao, seguimos dirección a Tungeneset, desde donde contemplamos lo que se ha venido a llamar “la mandíbula del diablo” en ese afán que tenemos los turistas de usar metáforas (prosopopeyas) con gancho cuando no podemos aprendernos el nombre del lugar, en este caso, Okshornan, que además significa algo así como “cuerno de buey”. Dicho esto, paisaje espléndido de los que se quedan tatuados en la retina.

Foto birlada a Wikipedia porque las mías no valen un pepino.

Por la noche, salida a buscar auroras y esta vez… ¡¡ÉXITO TOTAL!!! Cierto que fue tras un buen rato de coche arriba y abajo, con la mirada de las apps al cielo y viceversa. Pero cuando menos te lo esperas, empieza la danza. Así que, tras tirar las furgonetas en una cuneta (ahora que lo escribo, reconozco que fuimos un poco imprudentes), pudimos disfrutar del espectáculo de las luces en el cielo.

Locurón.

Día 4 – Hacia Narvik y Bjorkliden

De camino a la ciudad de Narvik hicimos las paradas de rigor para disfrutar del paisaje y fotografiarlo.

Gastamos muchos carretes.

Narvik es una ciudad de gran relevancia histórica y estratégica. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue escenario de intensas batallas debido a su puerto libre de hielo, esencial para la exportación del hierro que llegaba de las minas de Kiruna, en Suecia. Este puerto fue vital tanto para Alemania como para los Aliados. El Museo de la Guerra de Narvik (Narvik Krigsmuseum) conserva y explica este legado y expone documentos, fotografías y objetos bélicos que relatan los combates de 1940 y la ocupación alemana. Nos pareció una visita super recomendable para comprender la importancia militar y humana de Narvik en la historia europea.

Tren del hierro. Espero que el de pasajeros tenga asientos.

No quiero dejar de mencionar el histórico tren del hierro, con el que nos encontraremos en varias ocasiones a lo largo de nuestra ruta. Este trayecto ferroviario conecta las minas de Kiruna con el puerto de Narvik, atravesando paisajes árticos de montañas, lagos y fiordos. Se construyó a principios del siglo XX para transportar mineral de hierro, y también fue estratégico durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, además de su función industrial, ofrece un servicio de pasajeros que permite recorrer la ruta en unas cuatro horas. Me lo apunto para un próximo viaje.

Tras dar buena cuenta de unos platos de pescado fresco en el restaurante Fiskekroken (altamente recomendado) cruzamos la frontera hasta Bjorkliden, ya en Suecia. Allí nos alojamos en el hotel estrella de nuestro viaje, el Fjället, típico alojamiento de montaña con vistas sobre el lago. Perfecto para rodar una peli de tarde con romances entre chimeneas y chocolate caliente.

No es Vermont, pero casi.

Por la noche salimos hacia Abisko, a 10 minutos en coche de nuestro hotel. Situada en la región de la Laponia sueca, es uno de los lugares más frecuentados para contemplar auroras boreales. Su clima seco y un cielo casi siempre despejado en invierno multiplica las probabilidades de avistamiento. Aunque en nuestra primera noche sí que hubo alguna nube invitada, pudimos estar un buen rato haciendo fotos e incluso ver el movimiento de la aurora boreal a través de las nubes. Si os gustan las pareidolias, un fenómeno así supone un festival. Yo vi el vientre de un dragón atravesando el cielo (y no me tomé nada, lo prometo).

Veo cosas.

Día 5: Abisko

Tras dar buena cuenta del desayuno donde continué con mi dieta basada en salmón, salimos a visitar el Parque Nacional de Abisko.

Torneträsk y Lapporten desde el hotel.

El Parque Nacional de Abisko, nos permitió disfrutar del paisaje ártico y el bosque boreal. Siguiendo la ruta del cañón de Abisko, pudimos ver las aguas congeladas del Torne en el túnel artificial que se construyó para desviar el cauce del río durante la obra del tren del hierro. Llegamos al lago Torneträsk, uno de los más grandes de Suecia que en esta época estaba totalmente helado, con la silueta del Lapporten al fondo: una característica formación montañosa en forma de puerta que se ha convertido en el símbolo de la región.

Cauce (congelado) del río Torne desviado al túnel.

El lago se convirtió en nuestro parque temático. La climatología cambiante y la luz le dan vida a esa vasta superficie blanca y azulada de 70 km de largo. Su hielo es grueso, compacto y cristalino, capaz de soportar sin problemas el peso de trineos o motos de nieve. En algunos puntos, el hielo llega a ser tan transparente que permite ver las burbujas atrapadas y las grietas naturales, creando un paisaje hipnótico y silencioso.

Comprobando la firmeza del hielo. Está bien.
Hipnotizada y silenciosa.

Esa noche, el cielo nos regaló una aurora espectacular en la puerta de nuestro hotel. La naturaleza es así de caprichosa, y lo que una noche te cuesta horas y kilómetros, en otra aparece sobre tu cabeza sin buscarlo. Podría esforzarme mucho e intentar describir lo que vi y viví, pero creo que me quedaría corta. A riesgo de sonar cursi, es una de las experiencias más bellas y sobrecogedoras que he sentido en mi vida. Ojalá todo el mundo pueda disfrutar alguna vez de una aurora boreal así.

Día 6 – Nordkjosbotn

Dejamos nuestro idílico hotel de montaña ártica para seguir la ruta por carretera de regreso a Noruega. Durante la jornada realizamos múltiples paradas para disfrutar del paisaje, como la del valle del Signaldalen en donde contemplamos el majestuoso Otertinden (1.354 m). Aprovechamos estas paradas para compartir trucos fotográficos, divertirnos con el dron y, por qué no, alguna que otra batalla en la nieve.

Su majestad, Otertinden.
Ritual al más puro estilo Midsommar.

Día 7 – Alpes de Lyngen – Tromsø

Durante la mañana visitamos el Camp Tamok, donde mis compañeros de viaje se apuntaron a la actividad de trineo de perros. Hace un tiempo que decidí que no participaría de actividades de ocio que implicasen animales, por lo que me quedé con mi amiga María disfrutando del paisaje mientras el resto daban el paseo. Al terminar, nos reunimos en una tienda tradicional sami (lávvu) para tomarnos una bebida calentita y degustar la tradicional sopa de pescado.

Ojo, perretes trabajando.

Regresamos a Tromsø recorriendo los Alpes de Lyngen y, lástima, no llegamos a tiempo de visitar la Catedral Ártica por los pelos. Eso sí, las vistas de la ciudad desde la colina donde se asienta nos compensaron la visita.

La última noche también salimos a cazar auroras, y aunque alcanzamos a vislumbrar un poco de actividad, no fue tan apreciable como otras noches pasadas. Ya de vuelta en el hotel, nos juntamos a tomar las últimas cervecitas árticas y recapitular y compartir las experiencias vividas durante el viaje.

EPÍLOGO

El recorrido por la Laponia noruega y sueca es un viaje, sobre todo, sensorial. Puedes hacerte una idea de cómo es la vida en esta zona del ártico, donde cada casa tiene un quitanieves y la climatología condiciona todas las actividades de sus habitantes. De ahí que al mínimo rayo de sol los veas disfrutando de la naturaleza.

Sin embargo, no alcancé a conocer mucho más sobre su cultura. Eso quedará para otro viaje. En este me dediqué a contemplar como la naturaleza te cuenta otro tipo de historia, la geológica, donde se aprecia cómo los glaciares excavaron esos valles y tallaron las montañas que ahora están al nivel del mar. Es un paisaje único. Y si además de esto, consigues ver auroras boreales en su esplendor, ya tienes tu viaje completo.

Dándole placer a los sentidos.

1 comentario en “Auroras boreales en Laponia

  1. Avatar de maria milagros JIMENO BLAZQUEZ
    maria milagros JIMENO BLAZQUEZ 26 septiembre, 2025 — 2:38 pm

    ohhhhhh!!!!! describes perfectamente la emoción que supone ver la aurora boreal, igual que cuando yo os conté mi experiencia e que hizo que os lanzarais María y tu a vivir esta maravilla ártica.

    seguramente hay mucha gente ahora pensando en vivirla también.

    No sabes como me emocioné cuando me contasteis que por fin aparecieron para vosotras las luces del Norte.

    sin dudarlo ni un segundo puedo decir que es la mejor experiencia sensorial viajera que he vivido nunca (y llorona, porqué yo lloré un buen rato)

    que ganas tengo de poder conversar con vosotras largo y tendido sobre esta experiencia única.

    viva las wanderlust!!!!!!!

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