Yacimiento paleontológico de Atapuerca (y Burgos)

El panel del homo antecessor en el MEH. El «eslabón perdido»

Vaya por delante que esta no es una entrada al uso, como las que solemos presentar en este blog. No describe un viaje, ni es una guía de una ciudad, aunque Burgos se la merecería y algo os explicamos sobre ella al final. Lo que pretendemos aquí es explicaros cómo la visita al singular yacimiento paleontológico de Atapuerca nos voló la conciencia y puso patas arriba lo poquito que sabíamos sobre la evolución humana. Una experiencia que recomendamos encarecidamente.

Comencemos con un poco de explicación histórica sobre el Yacimiento. A pocos kilómetros de Burgos, en el término municipal del pueblecito homónimo se levanta una cadena montañosa, la Sierra de Atapuerca que, con apenas 200 metros de altitud, es de los pocos accidentes orográficos de la región. A mediados del siglo XIX, la necesidad de construir un ferrocarril que conectara el interior peninsular con los puertos cantábricos demandantes de hulla y hierro planteó cómo salvar este accidente geográfico. Y las autoridades se decidieron por lo que después resultaría un increíble golpe de suerte. En vez de rodear la sierra y construir un trazado más largo, se optó por practicar un corte sur/norte en la montaña, con lo que se abrió un desfiladero en donde plantar las vías. La línea férrea funcionó hasta principios del S XX cuando quedó abandonada por la falta de uso.

La trinchera del antiguo ferrocarril

Durante los años 50 y 60, y dado que se tenía evidencia de que la zona era un tradicional cruce de rutas, se llevaron a cabo algunas excavaciones aprovechando la trinchera que había abierto el ferrocarril y se encontraron algunas toscas herramientas de sílex, así como evidencias de enterramientos prehistóricos. Pero no fue hasta 1976 cuando un ingeniero que preparaba su tesis doctoral sobre los fósiles de osos dio con varios huesos humanos en la que más tarde se conocería como Sima de los Huesos. Este suertudo se los llevó a su director de tesis, el paleontólogo Emiliano Aguirre, quien brotó al instante ante semejante hallazgo.

Dos años más tarde, Aguirre empieza a dirigir unas excavaciones a gran escala hasta su jubilación, diez años después. Tres de sus alumnos, Carbonell, Arsuaga y Bermúdez de Castro, toman el relevo entonces en la dirección de las excavaciones. Y desde entonces, la cosa se dispara.

Delante de la Sima de los osos, con el histograma de los hallazgos

El yacimiento de Atapuerca es de una importancia mundial ya que ha revolucionado los cimientos de lo que hasta entonces se conocía sobre la evolución humana. Por eso, desde el año 2000 es patrimonio mundial de la UNESCO. Algunos de los hitos capitales de Atapuerca han sido descubrir una nueva especie de homínido, el Homo Antecessor, que ha encajado como una suerte de eslabón perdido en la cadena evolutiva humana, o datar restos humanos de hace más de 800.000 años, cosa que ha replanteado la línea del tiempo de la presencia de los homínidos en Europa. Y se han encontrado ciertas herramientas, como la famosa hacha bifaz, que ha complicado lo que se daba por establecido sobre la evolución del Homo Sapiens

David en modo explicación magistral

Y de todo eso, que como veis no es poco, lo aprendimos en la espectacular visita que hicimos al yacimiento. Guiados por el gran David Canales, arqueólogo y divulgador a tiempo parcial como él cuenta, y previo encaje del casco reglamentario, avanzamos por la trinchera para conocer varios de los sitios en los que actualmente se está excavando: la Sima de los huesos, la Sima de los Elefantes y la Gran Dolina. Con este escenario de fondo, nos explicó las diversas técnicas de excavación que usan, desde el martillo neumático al pincel del uno. Y algo que nos resultó muy interesante, los métodos de datación que se emplean. Entre otros, por los animales encontrados junto a los huesos, por las herramientas o, algo de lo que no teníamos ni idea, por la orientación de las rocas magnéticas que siguen las variaciones del eje terrestre. Arqueomagnetismo, se llama la técnica. Ah, y nos presentó al famoso Miguelón (Induráin estaba triunfando cuando lo encontraron), bueno la réplica de su cráneo, que fue el hallazgo que encajó al Homo Antecessor en el hueco que faltaba en la escala evolutiva.

El yacimiento de Atapuerca nos pareció algo único. El estar presentes en un lugar en donde se ha descubierto algo de capital importancia como para cambiar radicalmente la percepción de la evolución humana y del conocimiento que se tenía de nuestra propia especie fue algo especial y, por que no decirlo, muy emocionante. Y lo mejor es que parece que esto no ha hecho más que empezar, ya que quedan miles de metros cúbicos por excavar. Queda trabajo para años.

Acabada la visita, volvimos al autobús que te trae y te lleva desde el centro de interpretación, que dista un kilómetro y pico del yacimiento, y pusimos rumbo a Burgos, ya que por la tarde teníamos prevista una visita que complementaba la del Yacimiento. Así que, tras una obligatoria parada en la Calle San Lorenzo para recuperar fuerzas (madre mía los cojonudos / cojonudas y las raciones de morcilla. O los tigres regados con jerez, qué delicias…) nos dirigimos hacia el Museo de la Evolución humana, MEH para los amigos.

De cháchara con el Homo Habilis en el MEH

Este espacio multidisciplinar fue inaugurado en 2010 con la idea de recoger y centralizar los hallazgos de Atapuerca, pero se ha constituido en un magnífico museo que abarca, aparte de lo específico del yacimiento, toda la historia de la evolución humana, que no es poco. Tuvimos la suerte de unirnos a una instructiva visita guiada que nos ofreció la historiadora Sara y que nos condujo a través de sus cuatro plantas: la dedicada al yacimiento en todos sus aspectos, la de la evolución humana con sus curiosos dioramas o con el verdadero cráneo de Miguelón entre otros importantes fósiles, la de la evolución de la cultura y la tecnología y la planta superior, donde muy ingeniosamente se pueden ver los ecosistemas que han campado por la región desde épocas primigenias.

Nos encantó el MEH. Creemos que es un lugar que bien vale una visita a Burgos por si sólo (aunque por supuesto la ciudad tiene muchos otros atractivos). No en vano en los últimos años se ha erigido como uno de los 10 museos más visitados de toda España.

La locura gótica de la Catedral de Burgos

Estas visitas las englobamos en un viaje a Burgos, ciudad que nos sorprendió y que nos encantó. Sabíamos de la importancia de su catedral gótica, claro, única en el mundo. Tan singular que es la única catedral de España que es patrimonio de la UNESCO por sí sola. Fue construida bajo la advocación de Santa María en el S XIII en estilo gótico francés y posee un interior magnífico. Tanto es así que al entrar no sabíamos a qué mirar. Cada capilla es más intrincada que la anterior con sus cimborrios y sus conjuntos escultóricos. Por no hablar del coro y su sillería, o del fastuoso retablo del altar mayor. Y cuando parecía que ya no podía haber nada más hermoso, tras el altar descubrimos la increíble Capilla del Condestable: un solemne espacio que alberga los sepulcros en piedra de los Condestables de Castilla y en el que la vista se te pierde en lo intrincado de las vidrieras y decoraciones. Y la bóveda estrellada, menuda maravilla.

Hacia el fastuoso Arco de Sta María

Los alrededores de la catedral constituyen el centro histórico de Burgos, un área que está perfectamente conservada. La puerta de entrada a la Plaza de la Catedral, por ejemplo, el Arco de Santa María donde desemboca el señorial Espolón, nos pareció magnífico, con sus solemnes estatuas de próceres de la ciudad (santos, reyes y guerreros mezclados). Y es muy bonito pasear por las callejuelas que rodean la Catedral, que muchas veces están en pendiente o en desnivel debido al peculiar emplazamiento del edificio en la falda de una colina. La Catedral es visible desde todos los puntos del centro histórico, en especial sus característicos y celebérrimos campanarios, y cada perspectiva desde plazas o callejones es a cuál más fotogénica. Nos encantó el conjunto desde la Plaza Mayor por ejemplo, con sus soportales de piedra o la desde el Huerto del Rey, con la sorprendente vista del ábside.

Los miradores. Que se note que estamos en Burgos

Nos pareció muy bonito, así mismo, el paseo por las orillas del río Arlanzón desde la belicosa estatua del Cid (otro de los símbolos de la ciudad) hacia el oeste, verdaderos corredores verdes de abundante vegetación. O la subida a los Miradores, al norte de la Catedral, desde donde una magnífica vista del centro histórico con sus mil iglesias y capillas se extendía ante nosotros a lo largo del río.

Y por supuesto, no queremos olvidarnos de mencionar lo culinario. Y es que Burgos posee una espectacular oferta gastronómica. Disfrutamos sobre todo de las tapas, a menudo servidas a pie de barra. La calle San Lorenzo, anteriormente citada, se lleva la palma, con el rosario de bares y tabernas de tapas, pero sospechamos que en cualquier local de Burgos comes bueno y barato. Y volvimos enamorados de la sacrosanta Morcilla de Burgos. ¡Qué escándalo! Ya tardan en hacerla Patrimonio inmaterial de la UNESCO. Cosas más nimias han entrado.

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